Paul Emil Breitenfeld, conocido artísticamente como Paul Desmond, nació el 25 de noviembre de 1924 en San Francisco (California) y falleció a la edad de 52 años en Manhattan (Nueva York) el 30 de mayo de 1977. Músico estadounidense, saxofonista alto, clarinte y compositor.
Desmond llegó a la música de la mano de su padre -organista y pianista- cuyo trabajo consistía en poner música a las películas mudas. Empezó sus estudios musicales con el clarinete en la Escuela Politécnica de San Francisco y con este instrumento se profesionalizó muy rápidamente. Sin embargo, en 1950, con 25 años, optó por el saxo alto. Debutó con Jack Fina y Alvino Rey, con quienes adquirió fama de inmediato gracias al peculiar sonido -procedente de la escuela cool californiana- de su saxofón. Dave Brubeck lo fichó en 1951 para su conocido cuarteto, quizá intuyendo la sonoridad que el saxofonista podría desarrollar en su banda. Y Desmond triunfó con Brubeck. Lo brillante y nítido de su sonoridad se apegaba con facilidad al sonido que el cuarteto pretendía alcanzar. La colaboración con Brubeck duró toda su vida, aunque a partir de 1967 sólo se reunieron de forma eventual. La historia con el cuarteto de Brubeck, pues, tienes varios episodios. En ellos, la figura del cuarteto es inexpugnable, siempre formado por Dave Brubeck (piano), Paul Desmond (saxo alto), Eugene Wright o Norman Bates (contrabajo) y Joe Morello (batería). Entre los primeros discos magistrales de esta formación cabe mencionar Brubeck Time (1955), Dave Digs Dysney (1957) -con temas inolvidables del cineasta- o el famoso Newport 58 (1958), grabado en vivo en aquella mítica reunión.
En 1959, el cuarteto grabó la pieza más conocida de su repertorio: “Take Five”, una composición de Desmond que le haría inmensamente popular (tanto al grupo como a él mismo) en 6/8 y que se convirtió en standard desde el mismo momento que fue publicada. La pieza, además de dotar de fama internacional al saxofonista, se impuso como moda musical incluso a principios de siglo XXI, cuando fue de nuevo revisitada la legendaria versión. De los últimos discos de esta etapa con Brubeck, podemos reseñar Jazz at Storville (1962), Time it (1966) o Bossa Nova USA (1963). Entre los intervalos de los trabajos del saxofonista con Brubeck, se multiplicaron sus actuaciones como miembro de la banda con muchas figuras del jazz internacional. Tal es el caso de su unión con Gerry Mulligan -su sustituto al frente del cuarteto de Brubeck en numerosas ocasiones-, con quien grabó y actuó en esta década. De tal asociación quedó el álbum Gerry Mulligan Quartet / Paul Desmond Quintet (1956), una lucha entre dos gigantes del sonido cool. Con Mulligan, además, firmó uno de sus mejores trabajos: Two of a Mind (1963), una pequeña obra maestra dentro de la estética cool, donde casi se perciben las dos voces de sus saxos (alto y barítono) entrecruzándose de continuo. No debe dejar de mencionarse la versión de “All the Things You Are”. Sencillamente magistral.
En 1959, el cuarteto grabó la pieza más conocida de su repertorio: “Take Five”, una composición de Desmond que le haría inmensamente popular (tanto al grupo como a él mismo) en 6/8 y que se convirtió en standard desde el mismo momento que fue publicada. La pieza, además de dotar de fama internacional al saxofonista, se impuso como moda musical incluso a principios de siglo XXI, cuando fue de nuevo revisitada la legendaria versión. De los últimos discos de esta etapa con Brubeck, podemos reseñar Jazz at Storville (1962), Time it (1966) o Bossa Nova USA (1963). Entre los intervalos de los trabajos del saxofonista con Brubeck, se multiplicaron sus actuaciones como miembro de la banda con muchas figuras del jazz internacional. Tal es el caso de su unión con Gerry Mulligan -su sustituto al frente del cuarteto de Brubeck en numerosas ocasiones-, con quien grabó y actuó en esta década. De tal asociación quedó el álbum Gerry Mulligan Quartet / Paul Desmond Quintet (1956), una lucha entre dos gigantes del sonido cool. Con Mulligan, además, firmó uno de sus mejores trabajos: Two of a Mind (1963), una pequeña obra maestra dentro de la estética cool, donde casi se perciben las dos voces de sus saxos (alto y barítono) entrecruzándose de continuo. No debe dejar de mencionarse la versión de “All the Things You Are”. Sencillamente magistral.
En solitario, Desmond se inició en cuarteto con el trabajo titulado Paul Desmond, en 1955. Después llegó su siguiente disco, también en cuarteto, en el que colaboró el cantante Don Elliot, en 1956. Si bien estos primeros trabajos del saxofonista en solitario seguían los pasos de su trabajo con Brubeck, el siguiente elepé presentó una cara musical más sofisticada. Fue First Place Again, un impecable disco de 1960, lleno de emotividad y buenas maneras, realizado en cuarteto; formado por Desmond, Jim Hall, Percy Heat y Connie Kay, estos últimos integrantes del Modern Jazz Quartet, con lo que el disco fluctuaba entre el swing más académico y el jazz más inspirado y genial. Imprescindibles temas como “I Get a Kick Out of You”, “You Got To My Head”, “Time After Time” o la revisión de un tema del Renacimiento: “Gleensleeves”. Desmond siguió pronto la moda de orquestar sus discos, una tendencia ante la que sucumbieron notables jazzistas como Chet Baker, Wes Montgomery o Stan Getz. Quizá su trabajo más interesante fue Desmond Blue (1961), donde, salvo en los pasajes en los que la orquesta de cuerda acaba imponiéndose al sonido y swing de los músicos, destacan los temas “My Funny Valentine”, “I’ve Got You Under My Skin”, “Like Someone In Love” o “Body and Soul”. De entre los músicos sobresale la participación del guitarrista Jim Hall, siempre pletórico en cualquier colaboración.
Tras la desaparición del cuarteto de Brubeck y liberado de ataduras musicales, Desmond intentó desarrollar su propia música. No pudo ser. Ya en los primeros setenta, los síntomas de una enfermedad que acabaría por llevarse al músico comenzaron a mostrarse irreversiblemente. Aún con todo, en 1972, y ya con grandes problemas de salud, inició una larga gira por Japón -donde fue muy requerido el cuarteto de Brubeck-, Australia y Europa. Precisamente, en este continente triunfó en los festivales de Newport (1972, 1973 y 1975) y Monterrey (1975). En esta década Desmond publicó algunos trabajos muy desiguales. Samba de Orfeo (1973) o Skylard -grabado para el sello CTI en 1974- fueron dos discos comerciales y en cierta manera previsibles. Con Chet Baker y Jim Hall grabó un puñado de temas, casi los últimos de su carrera. Participó en el álbum She Was Too Good To Me (en julio de 1974) del trompetista y en Concierto de Hall (en abril de 1975). Precisamente esta colaboración fue muy celebrada por el mundo del jazz. En ella -en temas como “You’d Be So Nice To Come Home” o “ “The Answer Is Yes”- se escucha a un Desmond pletórico, lleno de acierto, en un disco en el que brillaban músicos como Ron Carter, Ronald Hanna o Steve Gadd.
De cualquier modo, en estos últimos años se recuerda con agrado su paso por el club Half Note (en 1974), para finalmente actuar como integrante de la banda en varios trabajos de Baker. Las canciones fueron “You Can’t Go Home Again” -del elepé del mismo título- y “How Deep Is The Ocean”, incluido en el disco The Best Thing For You (ambas sesiones, de febrero de 1977). Sólo podría apuntarse, como colofón a su vinculación con el mundo del disco, su participación en el álbum de Art Garfunkel "I’m Getting Sentimental". Poco después, el 30 de mayo de 1977, tras dos años muy afectado por la enfermedad, moría de cáncer uno de los saxos altos más conocidos del jazz de la segunda mitad del XX. Al igual que le ocurrió a Stan Getz, Desmond fue más conocido por su aterciopelado sonido que por su personalidad en el ámbito del jazz. No fue un saxofonista innovador. Siguió los pasos de los grandes, aunque nadie fue capaz de templar el alto como él lo hacía. Tal vez, su longeva unión a Brubeck (hasta 1967) terminó por anularle y alejarle de los primeros puestos del jazz internacional, aunque hay que decir que esa precisa comunión le convirtió en un músico inmensamente popular. Su ‘sonido’ procedía del estilo conocido como ‘West Coast Sound’, cuya frase se hacía perfecta, sonora y relajada. Su atemperada técnica -sin apenas vibrato- le hizo dueño de un sonido -al igual que Getz- casi único, todo dentro de una improvisación de carácter uniforme y llena de candidez que lograba a la perfección unir la calidez del swing con la extremada técnica de la música clásica. Casi un imposible.
Resto de las carpetas de los discos mencionados en este artículo:
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Fuente: mcnbiografias.com
Fotografía: amazon.com
Carátulas discos: discogs.com
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